La semana de los más grandes

Siguen los destrozos en Gaza y en el Líbano. Parece no tener remedio. En nuestra casa, una buena noticia. El gran Juan Carlos Unzué ha conseguido que el Congreso de Madrid aprobase una ley para ayudar a los enfermos de ELA, que son muchos e imposibilitados de conseguir medios por sí mismos. Felicidades a este navarro serio, muy centrado, que fue portero del Barça y miembro del ‘staff’ técnico y al que hay que ayudar siempre que se pueda.

Ha sido una semana de diferentes acontecimientos y no sobre el terreno de juego. Se nos fue Neeskens, aquella fuerza de la naturaleza que llegó al Barça con Michels de entrenador y Cruyff de jefe. Provocó que el gran Sotil no pudiera jugar oficialmente. Me dediqué a organizar partidos amistosos por todos lados. Johan II marcó una línea de afecto con la masa azulgrana por su espíritu y su entrega, que parecía que hubiera nacido en el propio país. Era un tipo muy discreto, fue a vivir a la calle Cavallers, cerca de Charly Rexach, la mano derecha del otro holandés.

También despedida de Andrés Iniesta, este crack que hizo las delicias de los buenos amantes del fútbol y que tuvo además la oportunidad de hacer goles decisivos. Recuerdo estar en el campo del Chelsea, con frío y lloviendo, en un partido bronco, reclamación de Drogba de penaltis y ya pasando del tiempo, Messi recupera un balón en la banda izquierda porque el lateral resbala. Alza la cabeza, pone la pelota al borde del área en horizontal y llega Iniesta desde atrás y la clava en el ángulo de la portería. No sólo se ganó la eliminatoria sino que fue el inicio de seis títulos seguidos. Ha sido un jugador ejemplar y una persona discreta al que hay que desear lo mejor y, como dice que le gustaría volver al Barça, vamos a ver cuándo puede venir a ayudarnos a nuestro club.

Esta semana se fue Rafa Nadal también. Lo conocí con nueve años. Me lo presentó su padre Sebastián, hermano de Miquel Àngel, el central del Barça. Tuve y tengo mucha relación con la familia Nadal, un grupo homogéneo, y con Toni, tío de Rafa, un culé empedernido. Durante muchos años, mi hija vivía en Nueva York. Fui a visitarle varias veces coincidiendo con el US Open y convivía con toda la familia que salía en un autobús del hotel de la capital para trasladarse a Flushing Meadows para ver los partidos. Recuerdo que en una ocasión, cansado Rafa del partido que había ganado pero después de dos horas de recuperación, me pregunta ya en el autobús: “¿Neymar va a ir al Madrid o no?”. Y yo le digo: “Tienen muchas ganas pero irá al Barça”. Es la vena blanca de este Rafa inconmensurable.

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